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¿Cantos de sirena en el Año Internacional de la Pesca y la Acuicultura Artesanales?

Hace años, en la televisión se emitía la serie de verano azul, en la que Chanquete trataba de simbolizar a ese pescador tranquilo de la ribera del Mediterráneo que faenaba cerca de la costa con sus artes y aparejos artesanos para dar de comer a una población que aun no era altamente insensible a lo que pasaba en los mares. Hoy, esa población enriquecida febrilmente por un turismo masificado, llega a vendarse los ojos ante el crecimiento masivo costero y el cataclismo de la vida que se aventura en las aguas más cercanas. Algunos incluso llegan a vociferar sobre la indignidad que supone el que el agua dulce acabe marchando al mar Mediterráneo.


La población española es como la japonesa. Una población que se niega a reconocer el que somos uno de los países más depredadores de la fauna marina y que hemos llevado a la mar flotas enormes de buques, que han contribuido muy seriamente a que la biodiversidad bajo el agua pueda desparecer. La alimentación de toda la humanidad se vería amenazada por la desaparición de la fauna marina, si la depredación de los mares no es frenada. Como consecuencia de la pesca excesiva y de la contaminación, la biodiversidad bajo el agua podría desaparecer en el año 2050, según numerosos estudios publicados recientemente. Las cosas estarían aun peor si no fuera porque ya cerca de la mitad del pescado que consume en el mundo procede de piscifactoría y no de capturas en el mar, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Mientras que en 1980, sólo el 9% del pescado para el consumo humano procedía de la acuicultura, esa cifra se ha elevado hoy al 53%. Se trata de 80,0 millones de toneladas de pescado anuales, con un valor de 231.600 millones de dólares. El total de las capturas de pescado (en el mar y en agua dulce) en todo el mundo al año es de aproximadamente 170 millones de toneladas, de las que 150 millones se destinan al consumo humano.


Estas posiciones humanas del siglo XXI son las mismas que originaron hace miles de años el esfuerzo por asentar la civilización, rompiendo las prácticas nómadas de recolección silvestre y la caza. El pescador de granja nos está llegando como respuesta a la intensificación de la depredación y se llega incluso a experimentar nuevas tecnologías que permitan a la humanidad ejercer un cierto pastoreo extensivo, combinando técnicas modernas de atracción a determinadas especies por ultrasonidos y cebaderos dispuestos en la mar. El pescado de granja y el “salvaje”, apenas es distinguido por una población a la que se le somete a fraude porque apenas puede comparar un pez de granja acuícola con otro de mar abierto. Mas el problema de fondo arranca de la falta de explicaciones racionales sobre las causas pro las que las capturas de diversas especies icticas alcanzaron su techo hacia finales de la década de los año 80 y principio de los 90, para luego disminuir.


Vivir en el Mediterráneo


Veamos, a modo de ejemplo algunas cifras del mar mediterráneo, toda vez que se supone que el lector conoce el desastre y parón de la anchoa del Cantábrico y la oposición de algunos países a que las flotas españolas operen de forma indiscriminada en diversas partes del mundo (Marruecos, Irlanda, Canadá, etc.).


En el mar Mediterráneo, pese a constituir el 0.7 de la superficie marina del mundo, se encuentra entre el 8-9% del total de la biodiversidad en el mar. Sus bajas precipitaciones, temperaturas entorno a los 13ºC y circulación ciclónica entre el Atlántico y el mar Negro, le proporcionan un panorama extraordinario para la proliferación de hábitats singulares, que tan poco es alimentado por los escasos nutrientes vertidos en sus orillas. Por otro lado, en la ribera sur del mediterráneo existe una notable pesca artesanal que contrasta con unos mas agresivos métodos ejercidos por la ribera europea.


De hecho, las ultimas estimaciones de la FAO han identificado diversas especies mediterráneas que se encuentran sobrexplotadas, entre ellas el atún rojo, el bonito, la merluza, el pez espada, el mujol y el besugo.


A estos problemas acuciantes, el Centro de Estudios Avanzados de Blanes del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, aventura la posibilidad de que en un plazo de 30 años se produzcan resultados negativos relativos a cambios en los esquemas de circulación; cambios en salinidad / evaporación; bloom de algas; bancos de medusas; invasión de especies; extinción de especies; explosión demográfica; alteraciones de la línea de costa; regeneración de playas; erosión costera; cambios en las descargas fluviales; eutrofización costera; hipoxia/anoxia; cambio del nivel del mar; calentamiento del agua del mar; etc.


Es difícil evaluar con este panorama las consecuencias que para la humanidad supone esa ruptura de hilos con su pasado. Por ello, ser cautos y adoptar medidas preventivas es el más recomendable de los comportamientos posibles.


Ciencia y tecnología en la actualidad


No obstante, frente a cuento acontece, hay quien cree que la ciencia y la tecnología “en abstracto” se encargará de este espinoso asunto. Eso son cantos de sirena que no terminan de explicar que el desarrollo tiene limitaciones físicas, poblacionales y sociales que comienzan desde el mismo momento en que decrece el nivel de capturas o crecen los niveles de mercurio en los túnidos o el anisakis en la fauna piscícola. Los limites estructurales socio-políticos tiene que ver con esos pormenores, ya que no son los pequeños pescadores los causantes del vertiginoso nivel de capturas y la caída drástica de los recursos marinos. El pescado, independientemente del manejo de aparejos, es consciente de que los recursos marinos con los que ha vivido, son su fuente de vida y de la de sus hijos. Por esta razón, han procurado mantener capturas equilibradas, que sólo se rompen en la década de los 80 con el desarrollo de las modernas técnicas de captura y faenado en los barcos factorías. Son las grandes flotas y los grandes canales comerciales los que promueven esa permanente sangría de los mares, que incluso llegan a eviscerar y congelar en alta mar miles de toneladas de pescada, con la consiguiente extensión del anisakis, que es conocido desde antaño por los equipos de salud alimentaria que operan en las lonjas y mercados. Tampoco son los pequeños pescadores los que han incrementado la presión urbana sobre las costas y los vertidos de metales pesados, como el mercurio, que se acumulan en los grandes peces (túnido y tiburón) siguiendo la senda de la cadena vital de los mares. Han sido las industrias y los vertidos sólidos urbanos los que incrementan el deterioro medioambiental de los mares.


Las sirenas eran unas figuras mitológicas griegas que con el torno femenino y cuerpo de pez atraían fatalmente a cuantos enloquecían con su canto en las playas donde varaban. Los cantos de sirena que hoy nos llegan son los llamados científicos y tecnológicos al margen de los necesarios cambios políticos y sociales que deben acompañarlos. El que hoy se nos llegue a ofrecer hasta salmones transgénicos puede ser que contente a algunas capas de tecnológicos o a agentes que gustan de ser cautivados por quienes gustan de decir que todo ya esta previsto y hay que dejar que el mercantilismo liberal unido a la tecnología mas agresiva, se ocupen de los problemas de la humanidad. Pero a la gente sensata nos preocupa la sostenibilidad planetaria y la participación ciudadana porque somos conscientes de que la mayoría de iniciativas que nos llegan no persiguen otro objetivo que el del beneficio empresarial a corto plazo y para poder sobrevivir en la jungla mercantil de la inmediatez, sin querer asumir ningún coste social o medioambiental.


Dado que queremos afrontar los problemas de la ciudadanía y queremos lograr unos mares y océanos más saludables, sostenibles y justos, este año, que fue declarado por la Asamblea General de las Naciones Unidas el Año Internacional de la Pesca y la Acuicultura Artesanales*, nos hemos propuesto:


  • fortalecer la asociación de los pequeños productores para que sean escuchados e incluidos en la formulación de las políticas y en la toma de decisiones que dan forma a su vida cotidiana, desde el nivel de la comunidad local hasta los foros nacionales y europeos;

  • dar a los pequeños pescadores, mariscadoras y trabajadores de la pesca que cuidan del medio ambiente la atención que merecen y promover que reciban un precio justo por su trabajo;

  • educar en la sostenibilidad a todos los intermediarios del sector pesquero, particularmente a los operadores logísticos, para que no sean meros compradores de una compra ciega, si no que compren de forma consciente y sepan informar posteriormente al consumidor sobre dónde y cómo ha sido pescado;

  • favorecer un mayor consumo de pescado y marisco fresco y de proximidad en los comedores colectivos y sociales.


Queremos apoyar otro tipo de pesca. ¡El momento es ahora!



*Nota: No hay una definición universal del tipo de pesca o acuicultura que cuente como “artesanal” o “en pequeña escala”. Comúnmente se utilizan estos términos para describir la pesca y la acuicultura que utilizan unidades de producción relativamente pequeñas, con pocos insumos y producción, y niveles bajos de tecnología o inversión de capital.

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